El primog?nito de Santiago Ibero y de Gracia, la se?orita menor de Castro-Am?zaga, fue desde su ni?ez un caso inaudito de voluntad ind?mita y de fiera energ?a. Contaban que a su nodriza no ten?a ning?n respeto, y que la martirizaba con pellizcos, mordeduras y pataditas; dec?an tambi?n que le destetaron con jam?n crudo y vino rancio. Pero estas son necias y vulgares hablillas que la historia recoge, sin otro fin que adornar pintorescamente el fondo de sus cuadros con las tintas chillonas de la opini?n.