Tras haber abierto la puerta, el mundo se consume lentamente en el caos y los demonios aumentan en número. Tania, junto a los pocos aliados que le quedan sigue buscando la forma de derrotar al mal, su esperanza reside en unas peculiares armas que tendrá que buscar para tener su oportunidad. La situación parece complicarse cada vez más, cuando tiene que lidiar con el descontento de los suyos, con Max cada día más extraño y la presión de ser la única persona que no quiere darse por vencido.