El mar Caribe, en plena tormenta mug?a furiosos lanzando verdaderas monta?as de agua contra los muelles de Puerto-lim?n y las playas de Nicaragua y de Costa Rica. El astro d?a, rojo como un disco de cobre, s?lo proyectaba p?lidos rayos. No llov?a; pero las cataratas del cielo no deb?an de tardar en abrirse. Tanto s?lo algun os pescadores y soldados de la peque?a guarnici?n espa?ola se hab?na atrevido a permanecer en la playa